SANTA ÚRSULA, Y LAS ONCE MIL VÍRGENES, MÁRTIRES

El día 21 de octubre celebra la santa madre Iglesia el martirio de santa Úrsula, y de las once mil vírgenes, sus compañeras, en cuya historia hay algunas cosas ciertas, y otras apócrifas y dudosas: lo cierto es, que santa Úrsula, y todas sus santas compañeras, fueron vírgenes y mártires y que fueron once mil, porque, aunque el  Martirologio romano no dice que fueron once mil, ni la oración que de ellas rezamos; pero dícenlo Beda y Adon en sus Martirologios, y Molano en las adiciones que hizo al Martirologio de Usuardo, y otros autores: y aunque no hubiese ninguno que lo dijese; para creerlo, bastaría la tradición sola, y común sentido de la Iglesia; pero lo que es incierto y dudoso, es la manera de su martirio, la ida de estas vírgenes á Roma con tan grande acompañamiento, y el venir con ellas, cuando se volvían, el papa Ciríaco, dejando el sumo pontificado: y otras cosas, como estas, que escriben algunos, no tienen fundamento, ni autoridad, ni aun probabilidad, y contradicen a la verdad de la historia eclesiástica, y á toda buena razón: y así, dejando aparte lo que comúnmente se dice del modo con que se pudieron juntar, y el fin con que se juntaron once mil doncellas, y después todas juntas murieron por la fé de Cristo nuestro Señor, y alcanzaron coronas de vírgenes y mártires, diré aquí lo que al cardenal Baronio, y á Guillermo Lindano, obispo de Ruremunda, varones doctísimos, les parece más probable y seguro, sacándolo de un libro muy antiguo de la librería Vaticana de Roma, que trata de las cosas de Bretaña; cuyo autor es Gaufrido, obispo asafense, en el reino de Inglaterra; y es de esta manera.

Arcón relicario con los restos de Santa Úrsula
Arcón relicario con los restos de Santa Úrsula

Siendo emperador Graciano, hijo del emperador Valentiniano, el mayor, un capitán suyo, llamado Máximo, hombre muy valeroso, natural de la isla de la Bretaña (que ahora llamamos Inglaterra), se le rebeló, y fué alzado del ejército, y aclamado emperador, y él con el favor de los soldados, y de los otros naturales de Inglaterra, sus amigos y conocidos, entró en las Galias (que. ahora es Francia) y se apoderó de ellas, especialmente de una provincia, que entonces se llamaba Armórica, y ahora se llama Bretaña; porque los britannos ó ingleses la sojuzgaron y asolaron con tan grande estrago y furor, que matando á los naturales, la dejaron yerma y sin gente. Quiso Máximo poblar aquella provincia, porque le venía á cuenta, para conservar las de Inglaterra y Francia. Para esto repartió á sus soldados, venidos de Inglaterra, los campos y tierras fértiles de la menor Bretaña, para que las cultivasen y gozasen de sus frutos. Pero para que los soldados se pudiesen casar y tener sucesión, y arraigarse en aquella tierra y provincia, donde no había mujeres, por haberlas muerto; parecióle enviar á las islas de Bretaña, que comprenden á Inglaterra, Escocia é Irlanda, por gran número de doncellas, para que traídas á la nueva y menor Bretaña, se casasen con los soldados, que por la mayor parte eran naturales de su misma patria. El capitán más principal de todo aquel ejército era Canano, persona de gran linaje, y uno de los señores más estimados de Inglaterra, á quien Máximo había hecho su lugarteniente y prefecto de todos los puertos de aquella costa. Pidió Canano por mujer á una doncella nobilísima, hija de Dionocio, rey de Cornuvalla, por nombre Úrsula, en la cual concurrían todas las dotes de honestidad, hermosura y gracia que se desean en las mujeres. Buscáronse por todas aquellas provincias de Bretaña once mil doncellas para el efecto que habernos dicho, y para que acompañasen á Úrsula, que había de ser capitana, y como señora de las demás.

De las doncellas, unas iban de buena gana, y otras contra su voluntad; pero como era fuerza y mandato de Máximo (que ya era emperador, ó como, por mejor decir, tirano), que quisieran, ó que nó, hubieron de obedecer. Embarcáronse en algunos navíos, que, para pasarlas á la nueva provincia de Bretaña, estaban aprestados. Fué nuestro Señor servido, que en saliendo las naves del puerto, tuvieron los vientos tan contrarios, que en lugar de llevar aquella armada y bienaventurada compañía hacia Bretaña, la arrebataron y llevaron á la parte contraria, con tan grande ímpetu, que pasando delante de las islas de Zelanda y Holanda, embocó por el rio Rhin, que es muy caudaloso, ancho y profundo, y llegó á aquellas partes donde el mar se explaya con crecientes y menguantes.

En el mismo tiempo que esto sucedió, el emperador Graciano, sabiendo lo que Máximo había hecho en Inglaterra y en Francia, y que se trataba, como emperador y señor, y no como capitán y criado suyo; para reprimirle y castigarle, había llamado á su servicio á los pictones, y á los hunos, gente feroz cruel y bárbara, que había vencido á los godos, y hecho cosas hazañosas y espantosas en las armas. Estos, debajo de Melgo, capitán de los pictones, y de Gauno, general de los hunos, y con una armada poderosa, comenzaron á infestar el mar, y correrle, como corsarios, robando y arruinando todo lo que podían, con intento de pasar á Inglaterra, para echar de ella á Máximo, tirano, y servir al emperador Graciano, que para esto les daba el sueldo. Halláronse los bárbaros á la misma sazón que llegaron las vírgenes, en aquel paraje: y conociendo que eran naves enemigas, y de Máximo, contra quien ellos venían, embistieron con ellas. Cuando vieron que venían cargadas de doncellas: como eran tan deshonestos y lascivos, como crueles y feroces, pretendieron hacerlas fuerza y afrentarlas: más las santas doncellas, animándolas su capitana y maestra santa Úrsula, se determinaron á perder antes la vida, que la castidad. Y como con obras y con palabras mostrasen su gran valor y constancia, y que por no ofender á Dios, estaban aparejadas á cualquier pena y  tormento; convirtiendo los bárbaros el amor en furor, y en aborrecimiento de la fé cristiana, dieron en ellas, como lobos en un rebaño de corderas, y á todas las pasaron á cuchillo, para no detenerse allí, y llegar presto á Inglaterra, que entendían estaba sin gente por haber sacado Máximo los soldados de ella. De toda aquella santa y virginal compañía no quedó con vida sino una doncella, llamada Córdula, que con temor mujeril, al tiempo de la matanza, se escondió; más visto lo que pasaba, y que todas las otras sus compañeras habían sido martirizadas, animada por el Señor, que las había todas escogido para sí, al otro día se descubrió, y fué martirizada, como dice el Martirologio romano. Las más principales vírgenes, que allí derramaron su sangre por la fé de Cristo, y por su limpieza, fueron (como dice Adon) santa Úrsula, guía, cabeza y caudillo de todas, Sentía, Gregoria, Pinnosa, Mardina, Saula, Britula, Saturnina, Saturnia, Rabacia, Paladia, Clemencia y Grata

Martirio de Santa Úrsula

El día que murieron, triunfó Cristo, su dulce esposo, en las santas doncellas, de la infidelidad, y de la carnalidad del pecado y del infierno, y declaró cuánto más poderosa es la virtud del cristiano, para sufrir la muerte, que la crueldad del demonio, y de sus ministros, para dársela, y que sus soldados, cayendo se levantan, y muriendo vencen, y son coronados de eterna gloria. Los cuerpos de las santas vírgenes fueron recogidos de los fieles con gran devoción, y llevados á la ciudad de Colonia, que está sobre el mismo Rhin, donde se fundó un célebre monasterio de monjas, y en él hoy día se ven muchas de las cabezas de estas santísimas vírgenes, y son reverenciadas con singular devoción, aunque por muchas partes de toda la cristiandad se han repartido. Muchos creen que el lugar, donde ahora están los sagrados cuerpos de las vírgenes, es el mismo donde las mataron; porque la tierra de aquella iglesia no admite ningún cuerpo muerto, aunque sea de niño recién bautizado, si lo entierran en ella, y antes de la noche lo echa de sí, como lo escribe el obispo Lindano: tomando esto por señal que no quiere Dios que ningún otro cuerpo esté enterrado donde están los de tantas y tan ilustres vírgenes y mártires, esposas suyas, que allí dieron su purísima sangre por la confesión de su fé, y defensa de su castidad. También se dice que santa Úrsula, y sus santas compañeras, á la hora de su muerte favorecen á los que en vida tienen con ellas devoción, y se les encomiendan. El martirio de estas vírgenes fué, según Baronio, el año del Señor de 383, imperando Graciano y Valentiniano, su hermano, y Teodosio el mayor, á quien Graciano había hecho compañero suyo en el imperio, por verse tan apretado por todas partes de las armas de infinitos bárbaros, y necesitado de socorro de un tan valeroso capitán; y fué á los 21 de octubre, y aquel día lo celebra la santa Iglesia. De las once mil vírgenes (á más de los autores que habernos referido) escribieron Wandalberto, que floreció por los años del Señor de 850; Sigiberto, monje del monasterio gemblacense, que há casi quinientos que escribió; Rogerio Cisterciense, Ricardo Premonstralense; Claudio de Rota; Bonfinio, en la Historia de las cosas de Hungría; Pedro de Natalibus; Polidoro Virgilio, en la Historia de Inglaterra, y más copiosamente el P. Fr. Lorenzo Surio en el tomo V de las Vidas de los santos.

Fuente: La leyenda de oro para cada día del año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset, Butler, Godescard, etc



… Y DE LAS HIJAS DE SANTA ANGELA DE MÉRICI


Santa Angela de Mérici, al fundar en 1536 una Compañía de vírgenes consagradas al apostolado y a la enseñanza, las llamó ursulinas y las dió por protectora a Santa Ursula, venerada en toda la Europa cristiana como mártir de la virginidad y campeón de la cultura contra la barbarie.
Recitemos las dos estrofas siguientes del beato Hermann, en honor de las mártires de Colonia:
“Vírgenes gloriosas, oíd mi oración y, al llegar la muerte, venid rápidamente en mi ayuda; estad presentes en el momento temible y defendedme de los asaltos de los demonios.
“Ninguna de vosotras falte; y al frente de vosotras esté, antes que nadie, la Virgen María.
Si todavía queda en mí alguna mancha, purificadme de ella con vuestra oración. Advierta el enemigo vuestra presencia y sea confundido.”

Fuente: Año Litúrgico de Dom Próspero Guéranguer

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