Santa Hildegarda de Bingen: La homosexualidad es la suprema ofensa contra Dios

El antiguo enemigo, envidiando al hombre por la gloria perdida, sufre para siempre sus penas y por esta causa procura ardientemente que el hombre sea contaminado por los horrorosos crímenes del odio, del homicidio, de la sodomía y de todos los demás vicios.


IX. La antigua serpiente se regocija con todos estos castigos con que el hombre se ve castigado en alma y cuerpo. No quiere, él, que tiene perdida la gloria celeste, que el hombre la alcance. Efectivamente, cuando se percató que el hombre hizo caso de su consejo, empezó a planear de hacer guerra a Dios diciendo: “A través del hombre llevaré a cabo todos mis propósitos”.
Pues, en su odio, inspiró que todos los hombres se odiaran con el mismo mal sentimiento, para que se mataran los unos a los otros. Y dijo: “Haré que los hombres mueran, los perderé más que a mí mismo que ya estoy perdido, porque yo estoy vivo, pero ellos no lo estarán”. Y mandó su soplo para que la sucesión de los hijos de los hombres se extinguiera, y entonces los hombres se encendieron de pasión por otros hombres, perpetrando actos vergonzosos. Y la serpiente gozando de eso, gritó: “Esta es la suma ofensa para el que ha dado el cuerpo al hombre, que la forma de éste desaparezca, por haber evitado la relación natural con las mujeres”.
Es pues el diablo el que los persuade a convertirse en infieles y seductores, para odiarse y matarse convirtiéndose en bandoleros y ladrones, porque el pecado de la homosexualidad lleva a las más vergonzosas violencias y a todos los vicios. Y cuando todos estos pecados se hayan manifestado al mismo tiempo en el pueblo, entonces la constitución de la ley de Dios se quebrantará y la iglesia será perseguida como una viuda. Y los príncipes, los aristócratas y los ricos serán echados de sus posesiones por la gente de menor rango y serán puestos en fuga de ciudad en ciudad, y su nobleza será aniquilada y los ricos se verán reducidos a la pobreza. Todas estas cosas ocurrirán cuando la antigua serpiente insinúe en el pueblo la voluntad de cambiar vestidos y costumbres. Los hombres le obedecerán, añadiendo allí un detalle, quitando en otra parte otro, deseosos de novedades y de cambios constantes.

El antiguo enemigo y todos los otros malos espíritus, que perdieron su belleza pero no el soplo de la racionalidad, por temor de su Creador no enseñan a ninguna criatura mortal la forma de su perdición tal como es. Pero con sus sugerencias infunden insidias en todos los hombres, a cada uno de modo diferente, porque en todas las criaturas hallan algo de su malicia. Sin embargo, Dios ha emprendido una gran batalla contra su impiedad a través de la razón del hombre que resiste a la razón diabólica y los confunde. Esta lucha durará hasta al final de los tiempos, cuando sean confundidos en todo y por todo y el hombre que los haya vencido tendrá como recompensa la vida eterna.
Santa Hildegarda de Bingen
Liber Divinorum Operum    Libro de las Obras Divinas      pag.  193-194

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