San Ageo, profeta, que en tiempo de Zorobabel, gobernador de Judá, amonestó al pueblo para que reedificase la casa del Señor, hacia la cual debía encaminarse el tesoro de todas las gentes.
La profecía de Ageo (en hebreo Jaggay) contiene cuatro oráculos, fechados todos ellos en Jerusalén el segundo año de Darío I (520). Eran los días en que los regresados del cautiverio por virtud del decreto de Ciro (538) tropezaban con serias dificultades, nacidas de las intrigas desarropadas por los enemigos de Judá cerca de las autoridades persas en contra de los judíos por haberles éstos negado derecho a participar en la reconstrucción del templo. A tales agobios vinieron a sumarse toda una serie de años de mala cosecha, que crearon un ambiente de desaliento y una situación angustiosa y triste. En tales circunstancias surgen las figuras de Zacarías y Ageo.
El primero de los oráculos es una exhortación a la reconstrucción mencionada. El segundo es una exaltación del nuevo templo, que será glorificado con la presencia del Mesías. El tercero es una promesa de bendiciones para los constructores del templo. El cuarto va dirigido personalmente a Zorobabel, el caudillo de la casa real de David, el ascendiente y tipo del Mesías, el elegido y siervo de Yahveh, sello del anillo en su mano derecha. Así, pues, una sola meta aparece en todo el escrito de Ageo, de acuerdo con las necesidades del momento: la edificación del templo.
El estilo de Ageo se caracteriza por la vehemencia y el tono polémico.
Fuente: Introducción al libro de Ageo en la Sagrada Bibila (traducción de José María Bover y Francisco Cantera -Biblioteca de Autores Cristianos (B.A.C.) Madrid –
San Francisco de Asís
Siervo perfecto de la Dama Pobreza Una de las mayores vocaciones de la Historia de la Iglesia, el fundador de la Orden Franciscana recibió los