Entre los gloriosos mártires que en el tiempo del emperador Claudio, segundo de este nombre, dieron testimonio de la verdadera fé con su muerte, y derramaron su sangre por Jesucristo, fué uno san Valentín, presbítero: el cual, estando el mismo emperador en Roma, siendo hombre por su santidad y doctrina venerable, fué preso y cargado de cadenas, y dos días después llevado á presencia del emperador. Luego que Claudio le vio, le dijo con palabras blandas: ¿Porqué no quieres gozar de nuestra amistad, sino ser amigo de nuestros enemigos? Yo te oigo alabar de hombre sabio y cuerdo; y por otra parte te veo supersticioso y vano. Respondió Valentín: O emperador, si entendieses bien el don de Dios, serias dichoso tú, y bienaventurada tu república: darías de mano á los demonios y á esas estatuas, que adoras, y conocerías ser Dios verdadero y solo, el que crió el cielo y la tierra, y Jesucristo su único hijo. Estaba presente, cuando esto dijo Valentín, un letrado del emperador; y dijo á Valentín, de manera que todos le oyesen: Pues según eso, ¿qué sientes de nuestros dioses Júpiter y Mercurio? Y Valentín: Que fueron hombres, dice, miserables, sucios, y que todos los días de su vida gastaron en torpezas y deshonestidades, y deleites viciosos de sus cuerpos. No se pudo tener el letrado, oyendo esto, que no clamase en voz alta: Blasfemado ha Valentín contra los dioses, y contra los gobernadores de la república. Y como Valentín pidiese atención al emperador, y le dijese, que hiciese penitencia de la sangre de cristianos que había derramado, y creyese en Cristo, y se bautizase, porque de esta manera se salvaría y acrecentaría su imperio, y alcanzaría grandes victorias de sus enemigos, y el emperador se mostrase blando, y que le oía de buena gana, el prefecto de la ciudad, llamado Calfurnio, dijo á gritos allí delante de todos: ¿Habéis visto como está en ganado nuestro príncipe? ¿Es posible que queramos dejar la religión que mamamos con la leche, y con que nos criamos y tuvieron nuestros padres y abuelos? Oyendo estas palabras Claudio, temiendo alguna turbación y alboroto en la ciudad, mandó al prefecto que oyese á Valentín: y si no diese buena cuenta de sí, le castigase como á sacrílego; y si la diese, que no le condenase. El prefecto cometió la causa á un teniente suyo, llamado Asterio, el cual le llevó á su casa; y el santo, entrando en ella, suplicó á Dios que alumbrase á los que estaban ciegos en las tinieblas de la gentilidad, y les diese á conocer á Jesucristo, luz verdadera del mundo: y como oyese esto Asterio, dijo á Valentín: Mucho me he maravillado de tu prudencia, que digas que Cristo es luz verdadera. Y Valentín dijo: No solamente es luz verdadera, sino luz que alumbra á todos los hombres que vienen al mundo. Si eso es así, dijo Asterio, yo lo probaré presto. Aquí tengo una hija adoptiva que ha dos años que es ciega: si tú la alumbrares y dieres vista, entenderé que Cristo es luz y Dios, y haré todo lo que quisieres.
Trajeron la doncella al santo; y él poniendo las manos sobre sus ojos, hizo oración y dijo: Señor Jesucristo, alumbra á esta tu sierva; porque tú eres verdadera lumbre. Al momento recibió vista la doncella; y Asterio y su mujer se echaron á los pies de san Valentín, suplicándole, que pues por su medio habían conocido á Cristo, verdadera luz, les dijese lo que habían de hacer para salvarse. El santo les mandó hacer pedazos todos los ídolos que tenían, y ayunar tres días, y perdonar á todos los que los habían agraviado, y después bautizarse; y que con esto se salvarían. Asterio cumplió todo lo que le fué ordenado, y soltó á todos los cristianos que tenía presos, y se bautizó con toda su familia, que era de cuarenta y seis personas. Supo esto el emperador: tuvo recelo de algún grande alboroto en Roma, y por razón de estado, mandó prender á Asterio, y á todos los otros que con él se habían bautizado: los cuales con varios géneros de tormentos fueron martirizados: y san Valentín, padre y maestro de todos, después de haber padecido muchos días de cárcel penosa, fué apaleado y quebrantado con bastones nudosos, y al fin degollado en la vía Flaminia, donde después Teodoro, papa, á honra suya dedicó un templo al Señor. Hácese mención de este santo en el sacramentario de san Gregorio, papa. El día de su martirio fué á los 14 de febrero, en el cual la santa Iglesia celebra su fiesta; y fué el año del Señor de 271, imperando Claudio, segundo de este nombre.
Fuente: La leyenda de oro para cada día del año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset, Butler, Godescard, etc |