San Marcelo, Papa y Mártir

Después que los emperadores Diocleciano, y Maximiano persiguieron la Iglesia católica cruelísimamente, y derramaron tanta sangre de cristianos, determinaron dejar el imperio, como lo dejaron, el uno en Nicomedia, y el otro en Milán, é instituyeron por emperadores á Constancio Cloro, padre del gran Constantino, y á Galerio Armentario: en cuyo tiempo, por alboroto, y sedición de los soldados pretorianos, y de la guarda, que estaba cerca de Roma, se levantó, y llamó emperador Majencio, hijo de Maximiano, el cual había renunciado el imperio, y de una mujer baja de Siria, llamada Eutropia: el cual, entendiendo, que los cristianos, por ser ya muchos, le podían ayudar, para confirmar, y establecer su imperio, comenzó á mostrárseles benévolo, y favorable, hasta que habiendo tenido una gran victoria contra Severo á quien Galerio Armentario había nombrado por César, y sucesor suyo, pareciéndole, que ya no tenía á quien temer, se quitó la máscara, y descubrió su pecho, y de zorra astuta se mostró león fiero contra los cristianos. En tiempo, pues, de Majencio tirano fué martirizado san Marcelo papa, el cual después de san Marcelino, asimismo papa, y mártir, habiendo vacado la silla apostólica, no siete años, como dicen algunos, sino seis meses, y veinte y cinco días, fué elegido con gran consentimiento del clero, y contentamiento de todo el pueblo, por vicario universal de Cristo, y sucesor de san Pedro. Fue san Marcelo romano: su padre se llamó Benito: gobernó la Iglesia santísimamente, la cual por la persecución de Diocleciano, y Maximiano, estaba muy afligida, animando á todos los fieles con su doctrina y ejemplo, á la constancia en la fé: y porque la sangre de los cristianos, que habían derramado los tiranos, había sido como semilla de trigo, que producía, y multiplicaba nuevas mieses, y por uno, que moría, nacían muchos; instituyó Marcelo en la ciudad de Roma veinte y cinco títulos, ó parroquias, en las cuales se bautizasen, los que de nuevo venían á la fé, los pecadores hiciesen penitencia, y los mártires fuesen sepultados: lo cual como viniese á noticia del tirano Majencio, mandó prender al santo pontífice, y procuró primero con palabras blandas, y promesas, persuadirle, que no se nombrase pontífice de Cristo, que adorase á sus falsos dioses.

Después viendo, que se reía de él, le mandó azotar cruelmente, y le condenó al catábulo, que era un establo grande, donde estaban las bestias de carga, para uso, y servicio de la república, y que en él tuviese cargo de ellas. Estuvo el santo pontífice en aquel abatido, y vil oficio nueve meses, orando, velando, y llorando, y exhortando de palabra, y por cartas á los fieles á la perseverancia; y al cabo de ellos vinieron de noche los clérigos de Roma, y libraron á su pastor, y escondiéronle en casa de una santa mujer llamada Lucía, la cual habiendo vivido quince años con su marido, había diez y nueve, que era viuda. Ella le recibió como un ángel de Dios en su casa, y le suplicó, que la consagrase en iglesia; y el santo pontífice lo hizo, y después se llamó san Marcelo. Allí se juntaban los cristianos, para alabar, y glorificar, de día, y de noche al Señor. Supo esto Majencio, y lleno de rabia, y furor, mandó, que aquella iglesia se profanase, y que sirviese de establo para bestias públicas, y que san Marcelo se ocupase en el servicio de ellas, y que viviesen en aquella sucia morada. En este establo sucio, asqueroso, y hediondo, estuvo algún tiempo el santo pontífice desnudo, y sin abrigo, vestido de cilicio, sirviendo á aquellos animales: y con este género de martirio dio su alma á Dios á los 16 de enero del año del Señor de 309, en el cual día celebra la Iglesia su fiesta. El cuerpo de san Marcelo recogieron Juan presbítero, y Lucía, y le enterraron en la vía Salaria, en el cementerio de Priscila. Fué pontífice sumo cinco años, y un mes, y veinte y cinco días; aunque en los años de su pontificado hay mucha diversidad en los autores.

Ordenó en Roma de una vez en el mes de diciembre veinte y cinco presbíteros, y dos diáconos, y consagró veinte y un obispos en diferentes lugares.

Dos epístolas se hallan de san Marcelo: la una escrita á los obispos de la provincia de Andoquía, en la cual les pide, y ruega, que no sientan, ni enseñen otra cosa, sino lo que aprendieron del apóstol san Pedro, y de los otros apóstoles, y santos padres: pues habiendo tenido á san Pedro por primer ministro, no es justo, dice que dejéis á vuestro padre, y sigáis á los extraños, especialmente siendo él la cabeza de toda la Iglesia; la otra es para Majencio tirano, en la cual le dice, que los verdaderos sacerdotes de Dios, mas quieren ser perseguidos por la justicia, y por la verdadera fé, y padecer por el nombre del Señor, que tener muchas riquezas, y ser honrados, y estimados, y perder el cielo: porque todo lo de acá es momentáneo; y lo de allá es eterno: lo de acá en una hora se acaba; y lo de allá dura para siempre. También le dice, que el oficio del buen príncipe, y religioso rey, es reparar las iglesias maltratadas, y caídas, y edificar nuevos templos, y honrar, y defender á los sacerdotes del Señor.

FuenteLa leyenda de oro para cada día del año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset, Butler, Godescard, etc

Colabora con nostros compartiendo...

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on telegram
Telegram

O invítanos un cafecito...

Invitame un café en cafecito.app

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *