Siendo ya este santo -obispo de Abbensa, en Africa Proconsular- de más de ochenta años de edad, sobrevino la persecución vandálica, mandando Genserico. Mandóse al anciano que presentase los vasos sagrados, y negándose á hacerlo, se le expulsó de la ciudad, se mandó que nadie le abriese, y permaneció casi desnudo por mucho tiempo en las calles, sujeto á la intemperie. Murió mártir en algún modo, confesando y defendiendo las verdades católicas. Según Baronio, murió en el año 456.
Fuente: La leyenda de oro para cada día del año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset, Butler, Godescard, etc.
En el año 428 Genserico sucedió a su hermano Gonderico en la jefatura de las tribus de vándalos y alanos. Al año siguiente, y animado quizás por el general Bonifacio, pasó de Hispania a Africa, conquistando en diez años la provincia.
Persistió en la lucha en el norte de África hasta hacerse con el control de la ciudad de Cartago, en la actual Túnez en 439.
Así el camino puso sitio a Hipòna, donde residía San Agustín, que murió durante el largo asedio a esta ciudad, en el año 430. Hay que tener en cuenta que los vándalos eran arrianos, y por eso combatían a los católicos.
En África se consideró dueño absoluto, a pesar de las continuas órdenes de Roma para que abandonara la provincia.
Tras la muerte de Valentiniano III se afianzó en su independencia y empezó a actuar como soberano absoluto.
Decidió invadir Italia y saqueó Roma durante 14 días en el año 455. Una vez comprobada su fuerza puso en marcha un ambicioso plan de conquista en las islas mediterráneas, saqueando las costas de Grecia e Italia lo que le convirtió en el rey más temido y poderoso entre los bárbaros.