
Charbel Makhlouf, quien murió en 1898, santo contemplativo de una orden religiosa de rito maronita en el Líbano, entró en el convento muy joven, habiendo vivido en completo aislamiento y meditación.
Uno tiene la impresión, observando sus ojos, que son dos ventanas abiertas para el Cielo. Ojos de un oscuro profundo – o tal vez de color castaño, pero muy oscuro – que reflejan la profundidad; y en el fondo de esa profundidad hay algo sublime y celestial. Se ve que él mira al cielo, lo que se refleja en su mirar, y que peregrinando en su mirada encuéntrase el Cielo. Es una verdadera maravilla.
Su nariz es característicamente la de un árabe. La barba es de un blanco venerable, como la nieve. Diríase que son copos de nieve que le penden de la cara. Ella se abre y deja pasar un tanto de lo que está en el interior, una cierta forma de gracia y levedad, no sé cómo describirlo. Parece algo así como un juego de estalactitas y estalagmitas en una gruta.
Sus cejas se asemejan a las alas de un cóndor. Es mejor acentuar el mirar que es lo más importante del conjunto de la fisonomía. El absorbe el resto. Cuando se examinan esos ojos, ya no se piensa en otra cosa. Son de una estabilidad, una resolución, una seriedad, ¡una elevación enorme! Son de un hombre que, si todo el mundo cayera sobre él, él no se mueve. Y si es su deber de actuar contra todo el mundo, actuará con serenidad. ¡Un hombre de este tipo mueve el mundo! Son las fisonomías que más aprecio admirar.
Combina la fisonomía ese gorro negro, que considero extremadamente significativo. Es un gorro inciertamente en forma de cono, y parece hecho de piel. Puede ser hecho con la lana, porque el hábito, que es negro, que parece ser del misma tejido. Y el negro del gorro está en consonancia con el oscuro del fondo del mirar. Diríase que algo de ese mirar se difunde por todo el gorro. Este es luminosamente oscuro, y su forma deja entrever la altura de su pensamiento, hasta alcanzar el mismo Dios.
¡San Charbel Makhlouf es como un verdadero cedro del Líbano!
Extractos de la conferencia pronunciada por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, el 21 de mayo de 1973. Sin revisión del autor. Traducción de la revista Catolicismo, número Febrero 2005:
http://www.catolicismo.com.br/materia/materia.cfm/idmat/882A95B1-9A3E-BBC0-C20884D32E045528/mes/Fevereiro2005
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