SAN MATIAS APÓSTOL

UN NUEVO APÓSTOL

Cayó la suerte a Matías, con lo que fue agregado a los once Apóstoles (Hechos 1, 26)

San Matías, Apóstol de Cristo, completa con su presencia el coro de bienaventurados que la Iglesia nos invita honrar en este tiempo litúrgico. Matías se unió pronto al séquito del Salvador y fué testigo de todas sus obras hasta la Ascensión. Era del número de los discípulos, pero Jesucristo no le había colocado en el rango de sus Apóstoles. Sin embargo estaba llamado a esta gloria; pues David se refería a él al profetizar que “otro recibiría el Episcopado” que había quedado vacante por la prevaricación de Judas, el traidor. En el intervalo que media entre la Ascensión de Jesús y la venida del Espíritu Santo, el Colegio Apostólico determinó completarse para que el número de doce, fijado por Cristo, quedara completo el día en que la Iglesia, al recibir el Espíritu Santo, se declarase en contra de la Sinagoga. El nuevo Apóstol tuvo parte en toda clase de tribulaciones de sus hermanos en Jerusalén; y el día de la dispersión de los enviados de Cristo se dirigió a las provincias que le habían sido señaladas para evangelizar.

LA ENSEÑANZA DEL APÓSTOL SAN MATÍAS

SAN MATIAS

Las obras de Matías, sus trabajos y sus pruebas nos son desconocidos. En los escritos de San Clemente de Alejandría queda algo de su doctrina; encontramos una sentencia, que nos parece obligación citarla aquí, por tener relación con los sentimientos que la Iglesia nos inspira en este santo tiempo. “Es necesario, dice San Matías, combatir la carne y servirse de ella sin mimarla con satisfacciones culpables. En cuanto al alma debemos desarrollarla por la fe y por la inteligencia”. En efecto, habiéndose roto en el hombre el equilibrio por el pecado, y deseando el hombre exterior todo lo de abajo, no podemos restablecer en nosotros la imagen de Dios sino obligando al cuerpo a someterse sin réplica al yugo del espíritu. Agraviado por el pecado original, el espíritu mismo es arrastrado por una resbaladiza pendiente a las tinieblas. Sola la fe le levanta humillándole y el conocimiento es la recompensa de la fe. Esta es, en resumen, la doctrina que la Iglesia procura hacernos comprender y practicar en estos días. Glorifiquemos al que nos ilumina y nos fortalece. La misma tradición que nos da alguna luz sobre la vida apostólica de San Matías, nos dice, que sus trabajos fueron coronados con la palma del martirio, pero sin precisar si fué en Etiopía o en Judea.

Fuente: Año Litúrgico de Dom Próspero Gueranguer – Tomo I pag. 797 y siguientes

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