Martirologio Romano: En la localidad de Eu, en Normandía, tránsito de san Lorenzo O’Toole, obispo de Dublín, que entre las dificultades de su tiempo promovió valerosamente la disciplina regular de la Iglesia, procuró poner paz entre los príncipes y, finalmente, habiendo ido a visitar a Enrique, rey de Inglaterra, consiguió los gozos de la paz eterna († 1180)
Fué hijo de un príncipe de Irlanda. Su nacimiento proporcionó á su ilustre padre la reconciliación con otro príncipe vecino suyo, circunstancia con que quiso anunciar el cielo la gloria futura de aquel niño. Cuando tuvo Lorenzo doce años, abrazó el estado eclesiástico, y á los veinte y cinco le nombraron abad del monasterio de Glendenoch. Gobernó su comunidad con una virtud y una sabiduría admirables, y durante los estragos de una hambre que duró cuatro meses, Lorenzo fué, como otro José, el salvador del país por su inmensa caridad. Dios, sin embargo, quiso que la virtud de su siervo fuese probada en el crisol de la tribulación.
Algunos malos religiosos, á quienes incomodaba la regularidad de la disciplina, emplearon la calumnia para manchar la reputación de Lorenzo, cuya bondad y paciencia triunfaron de sus enemigos. A la edad de treinta años fué elegido arzobispo de Dublín: en su largo pontificado tuvo tiempo para desplegar su infatigable celo por la reforma de la disciplina eclesiástica, y las costumbres públicas.
Distinguióse sobre todo por una prudencia consumada y una caridad sin límites. Los pobres le buscaban como á su padre, y en la horrorosa hambre de tres años que asoló la Irlanda, mostró el venerable pastor que su caridad no tenía límites. Los pontífices, los reyes y todas las personas constituidas en dignidad buscaban su consejo, y hasta los padres del onceno concilio general celebrado en Letrán el año 1179, al cual asistió nuestro santo, le tributaron los mayores elogios por su sabiduría y su celo.
El Señor le concedió el don de milagros, de modo que en la bula de su canonizaban se enumeran siete muertos resucitados. Su vida fué siempre acompañada de bendiciones, y su muerte, sucedida el año 1181, fué también gloriosa en el Señor.
En Irlanda, robaron el corazón incorrupto de San Lorenzo O’Toole.
Lo arrancaron del relicario donde estaba preservado desde el siglo XIII.