En honor a los 30 años que San José vivió como padre putativo del Verbo Encarnado
Una de las devociones más expresivas de la veneración y confianza del pueblo cristiano en el poder y bondad de San José, es la llamada «Treintena», en reverencia de los treinta años que vivió en la tierra en compañía de Jesús y la Virgen María.
Los milagros por intercesión de San José, son incontables, testigo de ello, fueron los Santos que experimentaron grandes milagros y favores por parte del Santo Patriarca.
Cuenta San Juan Bosco que un hombre fue a una tienda a comprar un jabón y en el papel que venía envuelto el jabón encontró unos datos acerca de lo mucho que ayuda San José en la hora final a los que le han pedido que les obtenga la gracia de tener una buena y santa muerte. Desde ese día, aquel hombre se dedicó a pedirle al gran Patriarca la gracia de tener una muerte santa y cuando se sintió enfermo mandó a llamar a San Juan Bosco e hizo con él una confesión fervorosísima de toda su vida. Recibió la Comunión y la unción de lo enfermos con gran fe y devoción, y estando agonizando decía: «Que bueno es San José, vino a consolarme y ayudarme en esta hora final. Bendito sea. Amén». Y expiró en gran paz.
También se destaca entre sus devotos a Santa Teresa de Ávila, quien solía decir: «A otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una [sola] necesidad, a este glorioso Santo tengo experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra, así en el cielo hace cuanto se le pide…».