Toda la sabiduría y el arte de los pueblos paganos anteriores a Jesucristo que se guiaban por el derecho natural, cuya obra la Iglesia, lejos de destruirla elevó e inmortalizó; todas las expectativas de los Profetas que clamaban por la Redención del género humano; toda la sangre de nuevos mártires; toda la santidad de tantas almas que en el curso de la Historia han subido a la honra de los altares; las vigilias de tantos doctores, el amor de tantos apóstoles; todo esto, todo este inmenso tesoro sobrenatural y natural está como que depositado en nuestras manos.
Si lo difundiéramos copiosamente transmitiremos ese inestimable caudal de valores para los siglos venideros. Si no lo hiciéramos conocer, este tesoro será inútil para millones de almas, tal vez no producirá la plenitud de sus frutos durante decenas de siglos.
Nuestro Señor bien podría pedirnos cuentas por tal derrota haciéndonos la pregunta terrible que se lee en la Escritura: “¿Qué utilidad hubo en Mi sangre?”
Plinio Corrêa de Oliveira
Revista “Legionario” nº 489
25 de enero de 1942
San Pablo – Brasil