Natural de Egipto, y cristiano desde su infancia. Habiendo pasado algunos años en el desierto, bajo la dirección de san Antón, salió de la soledad para ser consagrado obispo de la Tebaida. San Pafnucio fué uno de aquellos ilustres confesores, que en tiempo del emperador Maximino-Daia, después de haberles arrancado el ojo derecho , y cortado los nervios de la rodilla izquierda, fueron condenados á las minas. Cuando se volvió la paz á la Iglesia, el venerable obispo se reunió otra vez á su grey, y empezó á trabajar con todo su celo para librarle de los estragos del arrianismo que amenazaban. Su eminente santidad, y el glorioso título de confesor de la fé , le granjearon la estima y veneración de los padres del concilio de Nicea, al cual asistió. Dícese que el emperador Constantino le llamaba con mucha frecuencia á su palacio, y se complacía hablando con él largos ratos, no despidiéndose nunca sin besarle el lugar donde había estado el ojo que perdiera por la fé. Pafnucio tuvo estrecha amistad con San Atanasio y todos los obispos católicos de su época, y murió en la paz de Dios por los años 337.
SAN MARCELO, CENTURIÓN, Y DOCE HIJOS SUYOS, MÁRTIRES
SAN MARCELO, CENTURIÓN, Y DOCE HIJOS SUYOS, TODOS MÁRTIRES Entre los muchos ilustres mártires que ha habido en España, uno es san Marcelo, soldado y