Juan Houghton nació en Essex. Prior de los cartujos de Londres y como tal fue el primero en oponerse al “Acta de Sucesión y de Supremacia” de Enrique VIII, dando un ejemplo de fidelidad a la iglesia católica, por esta fidelidad fue martirizado en Tyburn, Londres, junto a cuatro compañeros: Agustín Webster, Ricardo Reynolds, que era brigidiano, Roberto Lawrence y el sacerdote diocesano Juan Haile. Es el Protomatir de la Inglaterra reformada.
La paz tan querida duró muy poco, pues hacial el final de 1534, un nuevo decreto promulgado del rey y del Parlamento ordenaba a todos los subditos a separarse de la autoridad del Papa, y reconocer al rey como jefe de la Iglesia Anglicana también en el campo espiritual, castigando a quienes no lo aprobaran como traidores de lesa majestad. Ante esta noticia el prior Juan Houghton reunió a todos los cartujos y unánimemente se declararon prontos a morir por la fidelidad a la Iglesia de Roma.
Ricardo Reynolds nació en Devon en 1492. Estudió en el Christ’s College de Cambridge; fue elegido miembro del colegio del Corpus Christi en 1510 y, en el 1513, se diplomó en Teología y fue nombrado predicador de la universidad. En el mismo año hace los votos como monje brigidiano en la abadía de Sión en Isleworth, un cenobio famoso por su santidad y por el clima intelectual que reinaba. El cardenal Pole testimoniaba que “no sólo era un hombre de vida santísima, sino que era el único monje inglés que conocía bien las tres lenguas fundamentales, esto es el latín, el griego y el hebreo”. El Registro de la biblioteca del monasterio de Sión, expone que había 94 volúmenes que le eran atribuidos y fue indudablemente una eminente personalidad del Londres de aquel tiempo.
Gracias a ello, y las denuncias de sus mismos hermanos de monasterio, el rey fijó su especial atención en la abadía de Syon y en Ricardo, el monje subversivo. Ricardo organizó en Syon una reunión entre Santo Tomás Moro (22 de junio), principal oponente del rey en su asunción de la Suprema Gobernación de la Iglesia, y Elizabeth Barton, la “Santa Dama de Kent”, una mística inglesa muy conocida por sus revelaciones y escritos, condenada de “conspirar” contra el rey (habría profetizado la separación de Enrique VIII de la Iglesia Romana). Poco antes Thomas Cromwell, ministro del Rey, había visitado Syon para obtener el juramento de aceptación de la Supremacía Real de los monjes (le interesaba mucho al rey esta abadía por su prestigio), pero un monje fiel a la verdad católica le cerró las puertas y no les dejó pasar. Cromwell dejó dos guardas a la puerta del complejo monástico, para convencer a los monjes y las monjas, especialmente a la abadesa (1). Pero nada lograron. Tuvo que enviar el obispo de Londres, adepto a la causa de Enrique VIII a dos clérigos para convencer a los monjes y monjas que abrieran la abadía por obediencia.
Los monjes más coherentes eran Ricardo y otros dos, apedillados Whitford y Little. Uno de los guardas de Cromwell chantajeó al primero, diciéndole que airearía sus confianzas con sus penitentes y sus escarceos (falsos, por supuesto) con varias damas, pero el monje no se arrendró. Entonces, sabiendo Cromwell que en confesión y dirección espiritual los monjes seguían indicando a los fieles y las monjas que permanecieran en la fe católica y no obedecieran la orden real, mandó tapiar la rejilla de confesionario. (2)
Luego incomunicaron a las monjas, ya que apartadas serían más fácil de convencer. Estando reunidas en el capítulo, con la presencia del obispo de Londres y sus clérigos, se les solicitó que salieran las que se oponían a la Supremacia del Rey, y se quedaran las que la aceptaban. Todas se quedaron sentadas, lo que significó su aceptación. Y es que las monjas habían sido engatusadas con la promesa de que si accedían, podrían continuar la vida monástica sin problemas. Sólo una monja, llamada Agnes Smythe, se resistió e intentó convencer a las monjas de no aceptar, impidiendo que los hombres de Cromwell tomaran el sello de la abadesa para para sellar la declaración de aceptación de la Supremacía Real sobre la Iglesia.
Finalmente, todos firmaron, salvo Ricardo Reynolds y los monjes anteriormente dichos, Whitford y Little, de los que no se sabe su paradero. Ricardo fue llevado a Tyburn Tree, en Londres. Allí fue encerrado con los cartujos San Juan Houghton, San Roberto Lawrence y San Agustín Webster (los tres, 4 de mayo y 16 de julio), priores de las cartujas de Londres, Beauvalle y Axholmey, respectivamente.
Por esta razón que durante mucho tiempo fue tenido como un cartujo más, hasta que las investigaciones profundizaron lo suficiente como para aclarar que era Brigidino(3). También estaba encerrado y fue mártir con ellos, el párroco de Isleworth, San Alejandro Hailes (4 de mayo). El 4 de mayo de 1535 fueron arrastrados por las calles de Londres, ahorcados y el cuerpo de San Ricardo despedazado y los trozos colgados por diversas partes de la ciudad, como escarmiento.
El 28 de Abril durante el proceso, manifestó su oposición a una injusta ley contraria a su fe: “Porque quiero estar a bien con mi conciencia y la de aquellos que están aquí conmigo, yo declaro que nuestra fe tiene mayor peso y está sostenida por mayores testimonios que la vuestra, porque los pocos testimonios que habéis conseguido del Parlamento de un solo reino, yo tengo de mi parte a todo el mundo cristiano”. Un testigo ocular le describe como “un hombre de semblante angélico, amado por todos, y lleno del Espíritu Santo”.
Los monasterios brigidinos eran mixtos y tanto monjes como monjas estaban sujetos a la Abadesa, que representaba a Cristo. Debían haber doce hermanos sacerdotes, como los apóstoles y 72 miembros más, entre monjas y monjes, como los discípulos. Está claro que esta numeración era simbólica y que no siempre se lograba, fuera por defecto o por exceso. (2) El uso común en este tipo de abadías era que el confesionario fuera un agujero en la pared, con una rejilla, que comunicara dos ámbitos separados totalmente. De un lado los monjes, a otro las monjas, y otros agujeros hacia la iglesia, ámbito de los fieles externos. (3) Curiosamente, las brigidinas Beatas Ana María Erraux y María Francisca La Croix (23 de octubre), mártires de la Revolución Francesa, en Valenciennes, fueron tenidas como monjas ursulinas, por este mismo motivo.
El beato Juan Haile fue beneficiado en Chelmsford (Essex) para pasar en 1521 en ser vicario de Isleworth (Middlesex). Era un anciano y venerable sacerdote al que sus feligreses estimaban por su bondad y su piedad, además se le estimaba mucho por su sólida cultura.
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