SAN JOSE DE CALASANZ, CONFESOR

LA VOCACIÓN

SAN JOSE DE CALASANZ

Serás la ayuda del huérfano; a ti se te ha confiado el pobre. Esta palabra la vió ya Venecia realizada en la persona de su noble hijo, Jerónimo Emiliano, y hoy señala la santidad de otro ilustre personaje que cuenta entre sus antepasados a los primeros príncipes de Navarra, pero que se ha convertido en tronco de una línea más noble en el reino de la caridad.

El descendiente de los Calasanz de Peralta de la Sal, el apóstol a quien los pueblos de Aragón, de Cataluña y de Castilla preparan en su admiración agradecida las más altas dignidades, oye resonar en el oído de su alma una voz misteriosa: ACUDE A ROMA; sal de la tierra de tu nacimiento; pronto se te aparecerá en su celestial belleza la compañera que se te ha destinado, la santa pobreza, que en este momento te invita a las austeras delicias de su alianza; anda, aunque no sepas el camino por donde te llevo; te haré padre de una gran posteridad; te mostraré cuánto tendrás que padecer por mi nombre .

MAESTRO DE ESCUELA

Fueron necesarios cuarenta años de una fidelidad ciega para preparar al elegido del cielo, en la santidad ignorada, a su vocación sublime. En efecto, nos dice hoy San Juan Crisóstomo en nombre de la Iglesia, “¿qué cosa más grande que modelar almas, formar las costumbres de los niños? Lo digo íntimamente convencido: sin duda ninguna, está por encima de todos los pintores, sobre todos los que fabrican estatuas, sobre toda clase de artistas, el que sabe modelar almas jóvenes”.

José comprendió la dignidad de su misión: conforme a las recomendaciones del Santo Doctor, a lo largo de los cincuenta y dos años que Dios le concederá vivir todavía, nada le parecerá despreciable o bajo en el servicio de los pequeños de este mundo; y no le costará nada a través de la enseñanza de las letras, llegar a infundir el temor del Señor a los niños que se llegan a él. De su residencia de San Pantaleón las Escuelas Pías se extienden rápidamente por toda Italia; luego saltan el mar y los montes y se propagan por Sicilia y España, y los pueblos y reyes se disputan aquel escaso número en Moravia, Bohemia, Polonia y países del Norte.

Calasanz quedaba asociado por la eterna Sabiduría a su obra salvadora en el mundo; reconoció sus trabajos esa misma sabiduría como lo suele hacer con los privilegiados de su amor, ofreciéndoles, según dice el Espíritu Santo, el combate de los fuertes, en el que les da seguridad de la victoria mediante su ayuda, que es más poderosa que todo lo demás.

A los historiadores de San José de Calasanz se les podría exigir el pormenor de las pruebas que hicieron de él un prodigio de la fortaleza que hoy nos recomienda la Iglesia; estas pruebas, basadas en calumnias especiosas de algunos falsos hermanos, llegaron hasta la deposición del Santo y la ruina momentánea de su Orden, que quedó reducida al estado de Congregación secular. Pero, después de su muerte, Alejandro VII y luego Clemente IX, devolvieron a las Escuelas Pías el estado Regular y el título de Religiosos de votos solemnes.

VlDA

San José de Calasanz nació en España, en Peralta de la Sal, en 1556. Desde su niñez manifestó a la Santísima Virgen ternísima devoción. Hizo sus estudios en Estadilla y después en Lérida y fué ordenado sacerdote en 1583. Nombrado Vicario General por el Obispo de Urgel, se mostró muy caritativo con todas las miserias y trabajó en la reforma eclesiástica.

Pidió ir a Roma y en 1592 llegó a la Ciudad Eterna, y allí vivió cinco años vida oculta. Pasaba la vida rezando, visitando y cuidando enfermos. Conocedor de la ignorancia religiosa del pueblo, resolvió fundar una “Escuela Pía”. En 1621, Pablo V creó una congregación de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías: José quedaba nombrado General al año siguiente. Las escuelas se multiplicaron, pero surgieron dificultades entre los profesores.

Un intrigante le acusó ante el Santo Oficio e Inocencio X suprimió las Escuelas Pías. El Santo aceptó todas sus pruebas en silencio y con resignación, viendo sólo a Dios en los que le perseguían, y murió a los 92 años, profetizando el restablecimiento futuro de su obra: lo que tuvo lugar en 1656, por voluntad de Alejandro VII.

José fué beatificado en 1748 por Benedicto XIV y canonizado por Clemente XIII, en 1767. Pío XII le ha proclamado patrón de todas las escuelas populares cristianas.

PROTECTOR DE LA INFANCIA

El Señor ha escuchado el deseo de los pobres, se ha adelantado a los deseos de su corazón, haciéndote el mandatario de su amor y poniendo en tus labios la palabra que El formuló el primero: Dejad que los niños se acerquen a mí.

¡Oh José, cuántos te deberán la felicidad eterna, porque tú y tus hijos habéis conservado en ellos la semejanza divina que recibieron en el bautismo, el único título, del hombre para entrar en los cielos! Bendito seas por haber merecido la confianza de que Jesús encomendase a tus cuidados a estos seres tan débiles objeto de su divina predilección.

LA PRUEBA

Bendito seas también por haber justificado mejor todavía esta confianza en el Señor, al dar licencia al infierno, como en otro tiempo con Job, de acabar con todo en torno tuyo. ¿No es justo que Dios pueda contar con los suyos de modo inalterable? ¿No resulta de suma conveniencia que, en medio de las defecciones de este triste mundo, justifique ante sus Ángeles, su gracia y nuestra pobre naturaleza, manifestando hasta dónde pueden llegar en sus Santos las determinaciones de su voluntad siempre adorada?

LAS ESCUELAS PÍAS

La reparación que tu confianza invencible esperaba de la Madre de Dios, tenía que venir cuando al cielo pluguiese. Oh José, ahora cuando ha sonado ya la hora de la resurrección para las Escuelas Pías, tanto tiempo esperada, bendice a tus hijos, cuyo número, en nuestro siglo, crece constantemente; concédeles las bendiciones de Jesús Niño, y otro tanto a los numerosos estudiantes que continúan ellos formando en la ciencia cristiana; y a todos lo que dedican sus trabajos y su vida en pro de la juventud, infúndeles tu espíritu, dales fortaleza; levanta nuestras almas a la altura de las enseñanzas de tu heroica existencia.

Fuente: Año Litúrgico de Dom Próspero Guéranguer

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